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Semana Mary Ward: 30 Enero 2021

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MARY WARD: UNA MUJER QUE DESEABA QUE SU INSTITUTO FUERA UNO PARA LA MISIÓN

Este mismo Instituto está cobrando fuerza entre nosotros en estos últimos años. Cada miembro se alza para ser contado y reclama su identidad como parte de este sueño original de Mary Ward.

La pandemia de salud ha puesto de relieve las numerosas otras pandemias con las que hemos aprendido a vivir, junto con las múltiples desconexiones entre nosotros, entre hermanos y hermanas, entre la creación y con el Aliento Original (la Ruah). Que somos parte de una aldea global se ha vuelto ahora muy claro, y surgen preguntas entre nosotras: ¿Saldremos de esto más humanos? ¿Quién velará por las mujeres y los hombres que ahora son aún más pobres, quién velará por una Madre Tierra devastada?

Un problema realmente complejo … y hacerlo solas no nos llevará a ninguna parte. Necesitamos a la otra persona, ser unos para otros, ser artesanas juntas, con y para esta única misión. Profundizando juntas en el tejido de nuestra historia conjunta del IBVM / CJ, hemos descubierto y dado testimonio de lo que nos identifica y une en UNO: fidelidad, coraje, resiliencia, pasión por nuestro Dios, pasión por la misión, libertad, justicia y sinceridad. La riqueza de nuestro patrimonio e identidad congregacional tiene sus raíces profundas en el Evangelio y ahora nos corresponde llevarlo adelante, recrearlo y darle vida en esta realidad cambiada.

Como guardianas de este tesoro, debemos tejer un nuevo patrón, a medida que respondemos al llamado a la reunificación y la misión. Esta novedad evolucionará en nuestra unión, conexión, valoración de dones y talentos, y mediante la apreciación de la riqueza práctica y espiritual de cada una de nuestros miembros.

La mezcla y la combinación del diálogo intercultural seguramente traerá nuevos pequeños comienzos que serán ricos en colores y texturas; que le dará profundidad, cuerpo y sustancia al conjunto. Permitirá avanzar hasta donde confluyen los caminos, para tejer nuevos patrones junto con otras, por el bien común.

La unificación es un momento de desarrollo que engendra nuevas energías y posibilidades para la misión. Asegurémonos de que la magia del reencuentro contribuya a la transformación de las relaciones y a la conexión entre nosotras, con los demás y con la creación. La vida de las personas empobrecidas y la de nuestro planeta claman por la acción, y nosotras, como Cuerpo, debemos impactar y marcar la diferencia. Este es un gran desafío que estamos llamadas a mirar de frente.

Con los ojos fijos en Jesús de Nazaret y los oídos en sintonía con María, que nos dice que “es la hora” de “hacer lo que Él nos diga” nos sentimos impulsadas, animadas y desafiadas a llenar las tinajas con las aguas de la esperanza, cariño, tolerancia y eco-justicia, compasión, solidaridad… para posibilitar el milagro del ‘vino nuevo’ que la unidad promete. ¿Cómo podemos co-crear juntas un futuro de mayores posibilidades? ¿Cómo podemos prender fuego a nuestro mundo y hacerlo más humano? Sr.

Esther Finis