COVID-19

De la carta de una anestesióloga, antigua estudiante y amiga de la hermana Letizia

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… el período es difícil… estoy pasando por un momento de presión, me he dejado comprimir y ahora tengo que expresar lo que tengo dentro de mí …

Nos llegó una ola de pacientes de repente, sin que estuviéramos preparados en la organización o psicológicamente… …cubiertos con esos overoles increíblemente cansadores, engorrosos y cálidos durante horas y horas, sin beber ni comer, ni siquiera ir al baño. Un malestar tremendo.

¡No sabes a cuánta gente he visto llorar por el estrés! Médicos y enfermeras. Luego está el miedo a infectarse e infectar a sus familias… Lloré. No he dormido… la ansiedad no me deja…

Los enfermos mueren; con los familiares solo hablamos por teléfono. Los pacientes de las salas están todos cubiertos con sus equipos de protección. Te miran con aire aterrorizado, no entienden, te preguntan si van a morir… A pesar de todo esto, algo dentro de mí me hace sentir viva y «más profunda». No logro encontrar las palabras para describir este tiempo y por tanto robo de «su» vocabulario: «este es un tiempo de gracia»… un tiempo que me obligó a entrar en el corazón de mi corazón. Un momento en el que circulan la energía, la vitalidad, las emociones y los sentimientos. Un tiempo que, aunque lleno de preocupaciones y cansancio, es un tiempo rico. Un tiempo en el que nos vemos obligados a enfrentar lo que realmente somos, lo que quisiéramos hacer y ser. También es tiempo de silencio… un silencio necesario.

Es un tiempo para el misterio y el significado. Es el momento de la unión entre yo y dentro de mí. Es el momento de contar con el otro. Es el momento del coraje para pedir y dar. Es el momento de confiar en Él y esta vez no para pedir, sino para dar gracias por este tiempo tan «fuerte» que se me dio. Digo esto en voz baja, en silencio, por respeto a tanta gente que ha muerto sin la cercanía de sus seres queridos. Murieron, con nosotros a su lado, todos sellados, disfrazados y tocados sólo por guantes fríos y asépticos. Nunca olvidaré algunos rostros, no olvidaré el miedo a morir en sus ojos.

Estar agradecida por este tiempo parece irreverente y tal vez lo sea, y sin embargo… así me sale.

Carla Bellone